miércoles, 23 de febrero de 2011

Sismología y Sociología. (Fernando Robles)



Dícese que la sociología no es una ciencia y está muy lejos de serlo si se toma como referente al paradigma racionalista-positivista para el cual la cuantificación de los social es un dogma incuestionable con lo que convierte a la reflexión societal en una "dulplicación" escuálida del devenir contingente. El algoritmo suplanta a la praxis, o mejor dicho: el número y su lenguaje pretenden sustituir la policontexturalidad de entendimiento cotidiano, tratando a sanar a ultranza la indexicalidad permanente de la puesta en uso del lenguaje normal. Consúltense al respecto los papers de los positivitas más (y menos) connotados; invariablemente, en ellos la teoría aperece como separada de la praxis y como la quinta columna de los elegantes modelos numéricos contruidos ad hoc. Para cualquier hijo e vecino (como decía mi padre) la calidad de dichos trabajos, no sólo es discutible sinoinexistente. En síntesis, la mentira positivista no es sólo tal sino mucho más que eso: es superstición de la más baja estofa.

¿Y qué decir de la sismomogía? ¿No le atribuimos a esa dudosa disciplina un carácter científico que no posee y que tampoco puede poseer? Se supone que se trata de una disciplina emparentada con la geofísica y curiosamente su trabajo consiste fundamentalmente en registrar los movimientos telúricos estableciendo con precisión el lugar (y el tiempo), la intensidad, la profundidad y otras propiedades técnicas bastante banales de-lo-que-sucedió. Para ello se utilizan dos escalas, la de Richter (de 1935) y la de Mercalli (1902). Respecto de la primera, ésta "Representa la energía sísmica liberada en cada terremoto y se basa en el registro sismográfico. Es una escala que crece en forma potencial o semilogarítmica, de manera que cada punto de aumento puede significar un aumento diez o más veces mayor de la magnitud de las ondas (vibración de la tierra), pero la energía liberada aumenta 32 veces. Una magnitud 4 no es el doble de 2, sino que 100 veces mayor".

Pero la segunda en completamente diferente, es más antigua que la enterior y "no se basa en los registros sismográficos sino en el efecto o daño producido en las estructuras y en la sensación percibida por la gente. Para establecer la Intensidad se recurre a la revisión de registros históricos, entrevistas a la gente, noticias de los diarios públicos y personales, etc. La Intensidad puede ser diferente en los diferentes sitios reportados para un mismo terremoto". Curiosamente, a pesar ser una de ellas de orden exclusivamente cuantitativo y la otra de carácter únicamentecualitativo, ambas utilizan un concepto físico en común. Se trata del concepto de energía, que es uno de los más antiguos del mundo y que no discutiremos aquí en detalle. No obstante, es preciso señalar que este es el único concepto en el que se basan las cualidades supuestamente predictivas de la sismología. Se habla entonces de una hipotética "liberación" saludable de energía, cuando tiembla, pero ello de ninguna manera garantiza que las placas de la tierra vuelvan a su lugar original.

Me parece que la superstición positivista es comparable a las teorías de la "liberación" de energia; ambas corresponden a la cosmovisión mecanista del universo, propia del pensamiento pre-moderno. Cuando se pone en acción el paradigma positivista sólo pude enumerar (ni siquiera contatar con evidencia), pero su función predictiva es nula, lo anterior es válido tanto en la sociología como en la sismología. Los ejemplos sobran. ¿Se pudo predecir el derrocamiento de Mubarak? ¿Se pudo predecir el temblor del 11 de febrero o el terremoto antenior? Sólo las teorías de la contingencia y la complejidad, provenientes del paradigma sistémico, pueden dar cuenta de estos fenómenos, lo demás es paja molida y superstición propia del dogmatismo religioso.