miércoles, 19 de junio de 2013

Jota, Jota… Michelle! ¿Convergencia u oportunismo político?


La decisión del Partico Comunista de Chile de apoyar la candidatura de Michelle Bachelet es otro de esos momentos sui generis que la política chilenas nos entrega religiosamente cada cierto tiempo.

Si  lo analizamos, aunque sea solo un momento, las contradicciones que de este hecho emanan son cuantiosas. En primer lugar está la contradicción de su retórica pro movimientos sociales e integración de la sociedad civil en la democracia y por otro, ésta incorporación (o más bien reafirmación de su permanencia) en el establishment político de este país. Esta situación se ve (tristemente) reflejada y personificada en las candidaturas de Vallejos, Cariola, Ballesteros, entre otros.

Sabemos que si algo  tienen en común el PC y la UDI es su orgánica y disciplina partidista y en este sentido, las conductas de los ex dirigentes estudiantiles antes mencionados, podrían comprenderse con cierta facilidad al interpretarse como ordenes de partido. Lo que a mi juicio es difícil de dilucidar, son las verdaderas razones que Teillier y CIA sopesaron al momento de otorgar su apoyo a una candidata con la cual tienen diferencias profundas, de hecho, hubiese sido más natural un apoyo a Marcel Claude tal como lo mencionara Tomás Moulian hace algunos días atrás en el mostrador o al mismo Juan Antonio Gómez como esbozara Karol Cariola hace algún tiempo.

Lo que plantea la dirigencia del PC como argumento para apoyar la candidatura de Michelle es su supuesta (y al parecer única) capacidad de articular a lo que han llamado nueva mayoría, aunque sinceramente no entiendo que intentan expresar con ese slogan.  Hace algunas semanas el señor Teillier señalo que… “La única candidatura que puede concitar en torno suyo a esta nueva mayoría que nosotros venimos proponiendo desde hace tiempo, y que lo pueda hacer en torno a un programa de transformaciones profundas, es Michelle Bachelet”.  A mi juicio, detrás de esta declaración de intención de apoyo, hay dos cuestiones centrales:

1.- la primera tiene que ver con la  incapacidad del Partido comunista, y principalmente,  de las juventudes comunistas de constituirse como un ente político válido para los movimientos sociales que emergieron (con mayor fuerza) desde el 2011 y por tanto, refleja la incapacidad de este conglomerado de validarse como un espacio político que permita dar cauce a las demandas ciudadanas, y  

2.- en segundo lugar, está la búsqueda innegable del PC de asentarse al interior del establishment político y por tanto, si quiere lograrlo debe negociar ciertas cuestiones propias de este espacio, por ejemplo cupos para sus candidatos a la cámara de diputados a cambio de este apoyo.

            Ahora bien, el proceder del PC en este último tiempo, es decir, el hecho de sumarse a la candidatura de otro conglomerado o partido político no es algo nuevo a lo largo de sus cien años de historia. En este periodo se han sumado a otros proyectos políticos,  la diferencia está a mi juicio en que en esta oportunidad la contradicción que se produce con este apoyo es notable ya que se da en dos niveles. La  primera tiene que ver con la ruptura que esta decisión produce con las bases del partido y la segunda con que este apoyo no obedece a un proyecto político, a una visión social conjunta, sino a un mero cálculo político que Tarrow y otros pensadores enmarcarían por ejemplo en las estructuras de las oportunidades políticas.

Sabemos que la política institucional funciona de esta forma perversa y lo sucedido con el PC no es más que un nuevo ejemplo. Lo que debemos de sacar en limpio, es que a lo que ellos denominan pacto, en la calle le dicen… una mano lava la otra y las dos lavan la cara.