Este era un país que donde había tanta, pero tanta delincuencia…que
en su momento hasta las estadísticas sobre delincuencia fueron robadas.
Entonces los señores políticos y los dueños de los supermercados, las farmacias
y las bencineras sin saber que hacer
invirtieron en los medios de comunicación, para hacerles saber ellos que la
cosa estaba realmente mala. Entonces firmaron tratados de libre comercio e
hicieron convenios de seguridad internacional, de modo que aumentó el número de
cámaras de vigilancia a la par con el número de armas en las ciudades. Entonces
llegaron los automóviles blindados, los reportajes en vivo sobre asaltos y
linchamientos ciudadanos. Ahora habían rondas policiales todas las noches por
los barrios y helicópteros iluminando las calles y los techos. Olvidarse de agrupar
a más de 100 personas en un lugar público, porque de inmediato una fila de
cascos negros se agolpaban al frente. Así como en la entrada de cada recital
que a ellos les pareciera punk, te hacían
el usual registro que para tu mala suerte siempre salías al azar.
Diez años después, pienso que nunca entendí si de esa forma ayudaban
a construir una sociedad más segura o… insegura.
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