jueves, 21 de abril de 2011

¿Si inventamos inventores?


Eduardo Galeano siempre sorprende con nuevas historias, relatos llenos de conciencia social y por sobre todo, ojo crítico a la horade hablar sobre nosotros, hijos bastardos en un mundo que avanza a gran velocidad, pero sin frenos.
Hace un par de días llego a mi cuenta de e-mail un correo el cual tenía por nombre: "Me he caído del mundo y no sé por donde se entra". Para mi sorpresa, se trataba de una carta abierta, pública, directa, sin rodeos... donde hacía mención a la valoración y uso que le damos dentro de la cotidianidad a los bienes materiales que están a nuestro alrededor o que poseemos.
Hay frases que conmueven, como por ejemplo esta cuando recrimina a nuestra absurda sociedad del consumo: "¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo" y claro, cuanta razón tiene si "Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y más basura."
Hasta los objetos que parecían más durables, como los electrodomésticos, son basura amontonada quizás quien sabe donde. Ya no importa la marca del producto, su lugar de origen, sus características "innovadoras". Todo cae en el mismo círculo del consumo: ¡úselo y tírelo!
Pero hey ! Hay personas que aún no se compran este cuento, que no saben lo que es cambiar celulares cada tres meses y renovar el automóvil todos los años. Galeano nos comenta, que las generaciones están cambiando a la par con el desarrollo económico que se experimenta en cada país y casi en el mundo entero. Pero que la mayoría de los citadinos y cada vez más las personas de territorios rurales, desechen productos, no responde sólo a una lógica económica global, si no que responde también a una lógica que opera bajo lo que llamamos identidad y el acceso que tengamos a ciertos productos.
Si me preguntaran como describiría a mi abuelo en una sola palabra, sin duda les diría es un "Inventor". Inventor de sucesos que acontecen en contextos cotidianos, donde al alambrito amarrado a un cordel viejo es el soporte perfecto para abrir o cerrar el techo del patio interior de una casa que ya tiene más años de los que mi padre recuerda.
Nos pueden arrebatar los bienes, el dinero, pero nunca podrán calar más a fondo, para formatear nuestra imaginación. No todo es desechable, no amigos. Los Compact disc malos, no se ven tan bien en el basurero, como en las ruedas de una pequeña bicicleta de un niño. Los tubos de cartón del papel higiénico tienen mas sentido unidos por engrudo para formar un telescopio, que arrollados entre latas y vidrios, junto al resto de la basura.
No nos quedemos en lo de antaño solamente, miremos a nuestro alrededor y veremos que las personas humildes aún no se resignan a creer 100% en esta lógica del úselo y tírelo! Al carajo el capitalismo y el consumo, yo no se nada de eso!!!. Yo sólo se que con un poco de imaginación, puedo darle un buen uso a algo que el resto dio por perdido o arruinado. Hay niños, madres, padres ahí afuera que no desechan nada, y no por que quieran copiar o idealicen a las generaciones pasadas, si por que aún no se resignan a creer que una botella de vidrio tenga más valor dentro de una bolsa de nylon de supermercado, que dentro de la casa como una bella lámpara de velas. Ya...sí, lo sé. Es más fácil ir al centro comercial y comprar una lámpara nueva sólo por “NueveNoventayNueve”… creo que iré a aprovechar la oferta,
hasta luego.
PD: Vía @Compartepoesia ... lea,comente y siga! :)