lunes, 17 de enero de 2011

Realidad Simbólicamente Construida



La realidad(es) social(es) no es (son) comprensibles jamás en su totalidad, lo que se puede optar a hacer es comprenderla en sus múltiples contextos e individualidades, pero ¿Cómo tratar de explicar que es la realidad?,  es un desafío complejo, como la realidad misma quizás. 

Para comenzar, es necesario expresar que la realidad, o más bien la realidades, es (son) construidas por los sujetos constante y continuamente en un proceso al que podríamos denominar, “ecuación personal”[1]. 

El proceso instituyente de realidades, se basa en la interacción humana, interacción que esta mediada por la comunicación, pero ¿comunicación de qué? comunicamos significancias basadas en nuestras experiencias personales, en nuestro mundo de la vida que se expresan de manera tal que de la constante interacción de significancias devienen representaciones sociales que se encuentran mediadas por lo simbólico, estas se desarrollan dialécticamente en sus dos procesos constitutivos: el significante y el significado.

Gilbert Durand,  reposiciona la capacidad de significancia que el símbolo posee en el desarrollo de la cotidianidad, este, por mucho tiempo se desprecio en la filosofía, validándose a la “Razón” como LA forma de conocer queriendose conservar a esta como el único tipo y forma de pensamiento válido. Desde el pensamiento Comptiano, pasando por René Descartes, etc. se ocultó y desprestigio por casi dos siglos la capacidad creadora e instituyente de significancia del símbolo. 

Este proceso de construcción de realidad se produce mediante la significación de los procesos constitutivos de la cotidianeidad y a través, de la subjetivación que se define a partir de un proceso de plegamiento de la fuerza significante con el exterior que constituye un sí mismo y una realidad. Este plegamiento es histórico  deviene en una amalgama producida entre otras cosas por lo que Foucault llama saber y poder en donde se pliega la materialidad  entrelazándola a la fuerza que definelas formas de vida.

La subjetivación que efectuamos en forma simbólica, va construyendo múltiples realidades, que como diría Castoriadis, van redefiniéndose en cada crisis del orden simbólico imperante, orden simbólico que es heteronómico y  resultado de un conjunto de de significaciones que terminan imponiéndose en la sociedad como consecuencia pugnas de significaciones, pugnas que son el devenir de la diversidad de significaciones que como sociedad somos capaces de entregar y que están determinadas por su “eficiencia” social. 

En este sentido, la realidad social tiene un componente heteronómico relevante, se constituye una Realidad Social por sobre otras, obedeciendose entre otras cosas, a “intencionalidades” de grupos u sectores que van imponiendo unas por sobre otras.

Las "realidades" humanas, por más complejas y cambiantes que sean, son construidas por los Seres Humanos que precisan de atribuir sentido y valor a sus acciones, en especial cuando se ven obligados a observar e interpretar una situación, a elegir entre alternativas, y a decidir entre ellas.

Por tanto, las acciones de los individuos en sociedad no son aleatorias, aunque tampoco predeterminadas, la propia cultura produce los códigos que regulan las creencias y las prácticas que hacen posible la vida en sociedad y dentro de este proceso social que se desarrolla entre las experiencias vividas, las creencias y las acciones se produce el sentido, y si éste proceso se establece en forma eficaz y sólida en la vida cotidiana (o sea, si se instituye)… “genera las certezas y las certidumbres que a su vez fortalecen y legitiman a las instituciones, en el proceso de reconocimiento que hacen los sujetos en el mundo de la vida (Lebenswelt)”[2]

Son los individuos en sus interacciones mutuas, y en sus reconocimientos, los que articulan las relaciones que "instituyen una realidad", y recrean los contextos sociales mediante las representaciones sociales que se encuentran constituidas por elementos simbólicos no siendo sólo formas de adquirir y reproducir el conocimiento, sino que dotando de sentido a la realidad social, transformando lo desconocido en algo natural, dado por descontado, en fin, en algo común.



[1] Concepto expresado por el profesor Manuel Antonio Baeza, en marco de la cátedra de socio-antropología de los imaginarios sociales.
[2] Vizer, Eduardo: “la trama (in)visible de la vida social: comunicación, sentido y realidad” Universidad de Buenos Aires

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