Por @HijodLeviatan. Publicado originalmente en www.lapulenta.cl
Abstract: Los movimientos sociales de los cuales hemos sido testigo esto últimos años vienen a presentar un conflicto que ha estado latente desde hace mucho tiempo en la estructura política democrática. Este conflicto tiene que ver la nula participación política real que los sistemas democráticos ofrecen a los ciudadanos que bajo ella se desarrollan. En este sentido, la expresión de descontento no sólo está dada por cuestiones materiales, sino que también por el ejercicio reflexivo de comprenderse como un sujeto social que pertenece a un grupo, comunidad o como usted quiera llamarle. Así, estos movimientos llegan a deslegitimar el régimen democrático desde sus cimientos y a expresar un nuevo modelo de gestión políticas (que aunque ellos no lo saben claramente) es mucho más amplio, directo y sincero, me refiero a la poliarquía.
Abstract: Los movimientos sociales de los cuales hemos sido testigo esto últimos años vienen a presentar un conflicto que ha estado latente desde hace mucho tiempo en la estructura política democrática. Este conflicto tiene que ver la nula participación política real que los sistemas democráticos ofrecen a los ciudadanos que bajo ella se desarrollan. En este sentido, la expresión de descontento no sólo está dada por cuestiones materiales, sino que también por el ejercicio reflexivo de comprenderse como un sujeto social que pertenece a un grupo, comunidad o como usted quiera llamarle. Así, estos movimientos llegan a deslegitimar el régimen democrático desde sus cimientos y a expresar un nuevo modelo de gestión políticas (que aunque ellos no lo saben claramente) es mucho más amplio, directo y sincero, me refiero a la poliarquía.
- Desde hace unos años, hemos venido
siendo testigos privilegiados de algo que
la mayoría de los denominados observadores
sociales, especialistas o analistas internacionales, han denominado como el
despertar de la ciudadanía, indignados,
primavera árabe, etc. A estos fenómenos de expresión masiva de descontento se
les ha adjudicado el cartel de ser un nuevo espacio político, en donde, finalmente
“se ha democratizado el ejercicio
político”.
Sin estar en desacuerdo con aquella idea me pregunto, si es democracia precisamente lo que han hecho los movimientos sociales, particularmente en el que hemos visto en Chile durante (principalmente) los últimos dos años.
Sin estar en desacuerdo con aquella idea me pregunto, si es democracia precisamente lo que han hecho los movimientos sociales, particularmente en el que hemos visto en Chile durante (principalmente) los últimos dos años.
Las condiciones en las que actualmente se
desarrolla el proceso denominado como capitalismo avanzado presenta dinámicas
productivas perversas, por un lado una manifiesta (y cada vez más descarada)
externalización del trabajo y es así como podemos ver a las grandes empresas fabricando
en espacios que no tienen ninguna relación histórica con su propio desarrollo.
Sabemos casi como hecho de la causa que si hubiera vida en la luna y fuera más
barato que China, sus zapatillas dirían made
in luna, pero esto es harina de otro costal, volvamos a lo nuestro. A esta
progresiva y casi enfermiza externalización del trabajo se le agrega el control
de los medios de comunicación, expansión que por cierto se sigue propagando y
que, orienta a la población hacia
dinámicas de mayor consumo, individualismo y competitividad.
En definitiva, el
paradigma ideológico - económico en el cual la mayoría de los seres humanos hoy vive (y a la que el
resto ve como modelo) ha subordinado el papel de lo social a lo económico, pero
no solo en términos ideales, sino que también en cómo se expresa materialmente
la participación política en las
sociedades capitalistas actuales (a la que Chile por supuesto pertenece). Es
indudable que el capitalismo no es sólo un paradigma económico, es más, no
existen los meros modelos económicos ya que todos poseen una estructura ideológica
que les subyace y en este sentido es innegable que el establecimiento de la subordinación de lo social a lo económico
es el elemento esencial para su desarrollo posterior.
En este marco, el régimen
político denominado como Democracia se define en términos simples como el gobierno del pueblo, sin embargo, diversos
pensadores han concordado que este gobierno del pueblo es irrealizable desde el
punto de vista material e insulso desde el análisis político serio. Para Robert
Dahl por ejemplo, Democracia es un concepto únicamente teórico y por lo mismo,
no necesariamente se expresa hoy en la realidad, ni se ha expresado
anteriormente, o posiblemente lo haga en el futuro. Es a partir de este
análisis que exhibe el concepto de Poliarquía, ésta, en un plano bidimensional,
es un régimen con alto grado de apertura y de debate público. Entonces, ¿Poseen
esencia poliárquica los movimientos sociales? Lo importante, es que lo que
entendemos como Democracia sólo es un hecho teórico que no necesariamente se
manifiesta en la realidad y la Poliarquía
por otro lado, en términos teóricos, se presenta como un régimen que ostenta un alto grado de
apertura al debate público entregando mucho más espacios a aquellos que no
pertenecen a las elites, pero que sí se comprenden como sujetos políticos.
Es
precisamente esto lo que han hecho los movimientos sociales, es decir, devolver
a la ciudadanía al debate público, sobre todo dentro de una ciudadanía que aún
parecía somnolienta y temerosa luego de la dictadura de Pinochet. Ahora, ¿Tienen cabida tienen
los movimientos sociales dentro de un sistema democrático? A mi juicio ninguna.
Y es así porque el sistema no está pensado para este tipo de participación
política, es más, su función actual no es más que producir y reproducir las reparticiones
de cuotas de poder. Es evidente que no se le
puede pedir a un régimen que funcione de una forma para la cual no ha sido diseñado, es por esto que es
necesario modificar la forma de conceptualizar y de hacer la política y lo
político, he ahí el poder de la poliarquía ya que permite, incorpora y funciona
pensando en espacios muchos más accesibles de participación ciudadana.
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