Todas
las
grandes
civilizaciones,
tanto
del
mundo
occidental
como
oriental,
ponían
en
el
beber
como
un
hecho
necesario
e
indispensable
a
la
hora
de
desarrollarse,
basta
mencionar
la
mitología
griega
y
la
copia
romana
para
darse
cuenta
el
pilar
que
este
“hobbie”
posee
en
estas
culturas;
la
mezcla
entre
la
fiesta,
el
beber,
el
salirse
del
marco,
el
compartir
conforman
un
compendio
de
realizaciones
que
el
hecho
de
“tomar”
se
configuran
entre
sí.
En
el
mundo
actual,
esto
se
ha
masificado
a
gran
parte
de
las
culturas,
los
pub
ingleses
que
se
fueron
modificando
contextualmente
a
lo
largo
del
tiempo
conformaron
el
espacio
físico
concreto
en
donde
se
desenvuelve
esto,
aparte
claro,
de
la
mas
tradicional
históricamente,
la
casa
misma.
En
el
caso
particular
chileno
,el
beber
se
ha
mezclado
con
el
mercadeo
de
productos
y
la
instalación
de
ciertas
imágenes
que
ponen
el
hecho
del
beber
como
el
mero
hecho
de
carretear
o
de
ir
a
discotecas
a
buscar
rubias
platinadas
y
de
nariz
europea
o
gringa.
Se
ven
gerentes
de
un
terno
bien
comprado
en
Italia
o
Francia
sentado
en
un
bar
en
donde
sus
tragos
cuestan
el
sueldo
de
gran
parte
de
los
tipos
que
trabajan
en
la
propia
promoción,
en
palabras
simples,
el
beber
como
una
cuestión
de
consumo
elitista
y
acotado
a
un
espacio
físico
concreto.
El
caso
de
las
promociones
de
cervezas
y
piscos
dan
un
poco
la
noción
de
hacia
donde
apunta
el
cuento
etílico
en
nuestro
país.
El
hecho
de
ver
tipos
de
edad
vienteañera
carreteando
con
10102
personas
en
un
departamento
del
barrio
alto
no
es
necesariamente
una
fiel
imagen
de
lo
que
el
beber
puede
generar.
Suena
a resentido
social
plantearlo
de
esta
manera,
pero
es
el
tipo
de
marketing
y
promoción
de
productos
que
vemos
a
diario
en
nuestros
periodicos, teles,
etc.
es decir, un
tipo
de
instalación
del
beber
sólo
visto
desde
un
prisma,
el que
se
supone
debe ser
el
aceptado
por
el
grueso
de
la
gente,
esa aspiración
del
consumidor
como
“el
zorron”
de
la
cerveza
o
el
tipo
del
traje
de
moda
del
pisco.
Quizás,
ni
siquiera
se
dan
cuenta,
pero la
superposición
de
imágenes
,
productos,
ventas
etc.
Confunde
a
todos.
Conjeturas
podemos
hacer,
lo
que
pretendo
instalar
es
el
beber
como
una
cuestión
mas
bien
transversal,
un beber
que
no
se
justifica
solo
en
el
carretear
si
no
mas
bien
en
el
compartir
algo
con
alguien
en
un
lugar,
un
beber
sin
un
territorio
esclavizado,
puede
ser
la
disco,
puede
ser
un
pùb,
puede
ser
una
plaza,
puede
ser
una
casa.
Un
beber
en
donde
el
motivo
es
lo
de
menos,
el
hecho
es
estar
ahí.
El
beber
como
un
proceso
ontológico
necesario,
para
tener
válvulas
de
escape
y
generar
espacios
sociales
auténticos.
Vía @el_paria "Columnista asociado" :)
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