Sin lugar a dudas la comida
ocupa unos de las primeras posiciones en orden a satisfacer necesidades básico-biológicas,
quizás solo superada por necesidades como tomar agua.
Es una necesidad vital que
excede a cualquier otra aspiración humana, como lo puede ser la procreación, el
prestigio, la consecución de poder u otras similares. Ante esta constatación
cabe hacernos una legítima pregunta
¿Por qué las ciencias sociales han prestado tan poca atención acerca
de las cosas que echamos en nuestros estómagos?
Intuitivamente podríamos
responder que, ya existe una disciplina encargada de tal campo de estudio, la nutrición,
y que la sociología y demás ciencias sociales debieran ocuparse de otros tipos
de fenómenos. Claramente esta afirmación es cliente de la mezquina división del
saber que dieron lugar a las modernas disciplinas científicas, que hoy, son
impartidas en universidades y estudiadas con mediano gusto por los alumnos. Una
división en campos de saber funcional al auge y hegemonía de los estados
modernos y el capitalismo.
En particular, la sociología siguiendo el argumento de Wallerstein (1991),
ya estaba afecta a un campo en específico, las sociedades occidentales.
¿Podríamos imaginar a los primeros sociólogos que sin mucho dinero que
prodigar y con sus necesidades alimentarias cubiertas pensando sobre el hambre
mundial?
El hecho que no le hayan
prestado atención a la comida demuestra que, definitivamente, no pasaban
hambre. Podríamos señalar que las sociedades de los primeros sociólogos, no se
caracterizaban precisamente por la opulencia de la comida del pueblo, de hecho
muchos años después de la II
Guerra Mundial el hambre fue extirpada de occidente.
Entonces ¿Por qué obviar
asuntos tan importantes en la vida en sociedad? Sin dudas el hambre es quizás
una de las más terribles sensaciones que una persona puede experimentar, y creo
que ahí radica el potencial tremendamente subversor para la cultura occidental,
la experiencia del hambre. Esta situación que tanta vergüenza causa hacia el
proyecto Moderno Occidental debe ser extirpada y borrada de la memoria
histórica.
El hambre es una sensación que
recuerda al hombre occidental moderno,
la fragilidad de las entelequias que construye para desligarse de su medio
ambiente. De ahí que hayan muy pocas investigaciones con respecto del hambre en
el primer mundo, no es que no exista, simplemente no se investiga. Para
occidente, la única forma de conceptualizarlo se despliega a través de su
representación del cuerpo
tercermundista.
Es tal la importancia de la
comida en la construcción de las nacionalidades que se recurre a las “comidas típicas”
como expresión de pertenencia. A través del estudio de los sistemas
agroalimentarios podemos dar cuenta de la estructura de clases, genero, etnia, etaria
(edad). El hombre en su calidad de animal omnívoro, al igual que los cerdos,
esta capacitado para consumir una amplia
variedad de “cosas”, animal, vegetal, mineral, etc. El ser humano consume
absolutamente cualquier cosa que no sea inmediatamente tóxica y sentir placer
por aquello. Es ampliamente aceptado el consumo de ajíes y alimentos picantes,
que irritan las mucosas digestivas, bebidas alcohólicas de mal sabor (la
cerveza es amarga y a nadie parece molestarle).
La particularidad de la
alimentación humana, es que nunca esta sujeta estrictamente a los
requerimientos fisiológicos del organismo, es decir, nunca se come lo que se
debe. Es en este rasgo cultural donde se expresa con toda amplitud las
cualidades adaptativas de la cultura. Las mal
adaptantes; sociedades enteras se han extinto por llevar una dieta
inadecuada, ¿escenario conocido?
El abordaje que las ciencias
sociales han hecho de la alimentación y la comida data de las investigaciones
de antropólogos con el fin de dar curso a intervenciones alimentarias que
fueron hechas tiempos del África colonial británica, precisamente en lo que hoy
conocemos como Zimbabwe. Alrededor del año 1930, con el propósito de reemplazar
los cultivos nativos de los pueblos indígenas por cultivos comerciales aptos
para ser tranzados en el mercado mundial. El abordaje que hizo la antropología
en este sentido fue dado por la necesidad de conocer detalladamente la mayor
parte de los aspectos de la vida de los pueblos que habitaban los vastos
imperios coloniales de aquellas épocas. Con la caída de estos imperios esta misión
fue asumida por organismos internacionales tales como ONU y similares, con el
foco de atención puesto en el reemplazo de cultivos para su comercialización.
Por lo pronto hablaremos de una
disciplina diversa en origen y prácticas, tanto desde dentro como de fuera de
las ciencias sociales, cuyos autores toman la temática frontal o
tangencialmente y en cuyas corrientes se encuentras estructuralistas,
materialistas culturales, desarrollistas, etnometodólogos a través del estudio
de las pautas de comensalidad.
Para cerrar este espacio, quisiera
invitarlos a leer los siguientes papers
que son excelentes reseñas de la antropología y sociología de la comida.
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