martes, 10 de enero de 2012

El incendio en Ñuble : Responsabilidad forestal/Estatal y oportunismo político



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Por @el_paria para @PuraBazofia

Muchas han sido las imágenes del dantesco incendio en la provincia de Ñuble, casas quemadas, personas muertas, sueños rotos han sido carne de cañón de los noticieros de la TV abierta para demostrar el impacto del desastre en la zona. Por otro lado, imágenes de la ayuda tanto gubernamental como privada, han sido vitales para mantener la esperanza de cientos de personas que lo perdieron todo.  

Muchas han sido las versiones en torno al origen del incendio, principalmente sobre la intencionalidad o no de estos. Las conjeturas han sido caldo de cultivo tanto en los pueblos afectados como en la TV. Éstas son las partes más visibles de la historia, yo por lo menos, esbozaré de aquí en más, las razones profundas del desastre, como también el lado B de toda esta gran “Obra de caridad y de hermoso amor” demostrado en la última semana en los casos de Ranquil y Quillón.

Quisiera introducir mi argumento a partir de dos preguntas básicas, por una parte ¿Por qué se habla tanto de los posibles responsables del incendio, siendo que estos los tenemos en frente de nuestra nariz? Y lo segundo ¿Por qué tanta disputa a la hora de repartir la ayuda, como la gran difusión de ciertos aportes? Para mí, ambas preguntas tienen una respuesta fácil.

Primero, claramente para mí los responsables del desastre no son actores singulares, sino más bien: a) Las forestales y su nula previsión de desastres, o si el lector lo prefiere, su interés casi criminal por fomentar su negocio en base a implantar bosques en medio de población rural (con todas las consecuencias ya vistas) b) Un Estado impotente e ineficaz que solo llega cuando la “cagada” está hecha. Termina repartiendo bonos y subsidios que solucionan en un mínimo grado la perdida de las familias.

La otra pregunta a su vez, se responde en que claramente, tras la gran ayuda y beneficencia de parte de ciertos actores (alcaldes y particulares), se esconde la mirada hacia la municipal 2012 y la oportunidad de obtener alguna ganancia frente a la tragedia. En palabras simples, el oportunismo político tan usado en nuestro país.

Profundizando en ambas premisas, tenemos una industria forestal que en nuestra zona, acapara una gran mano de obra como inversión económica, posee amplias plantaciones de árboles exógenos a lo largo de todo el secano costero de Ñuble y traspasa los intereses tanto económicos como políticos (si no pregúntele al honorable senador Sabag y su a hijo el diputado). No se tuvo en esta tragedia el más mínimo grado de autocritica a la hora de evaluar las posibles causas del desastre. El adjudicar errores a terceros o a factores meramente circunstanciales como el clima, solo demuestra la falsedad e hipocresía de este sector que deja entrever algo aún más grave; la nula previsión frente a situaciones catastróficas. Esto radica en la no inversión pública y privada, para equipos y materiales destinados al combate de incendios de gran volumen. Como por un factor aún más profundo, se encuentra el grado en que la sustentabilidad económica le gana a la sustentabilidad social. Esto se refiere a como el interés económico en plantar árboles a diestra y siniestra, se impone a la población rural empobrecida que subsiste de la agricultura (el cuico con casa en el campo no lo toco, puesto que por descarte tiene el suficiente dinero para reconstruir la quinta de agrado)

Lo anterior nos lleva a plantear cómo este sector no es capaz de reconocer el impacto que su actividad está generando tanto en el medio ambiente, como en el área social. Dependencia económica, degradación de suelos e incendios, son solo parte del menú que esta industria ha generado a lo largo de los últimos 30 años en nuestra zona. Aquí llegamos a la otra arista, no basta solo con enjuiciar al cerdo, sino también al elemento que la de comer al animal, en este caso, el Estado (palabra que causa miedo, ignorancia y repugnancia en Chile). Es un Estado que solo se dedica a subsidiar (pobremente como el actual) y a reaccionar y no a proponer. Es un parche que soluciona a medias los problemas, un leviathan chiquitito que ladra solo cuando la pelea acabó. Acá faltó un Estado con capacidad de implementar políticas de protección y regulación del mercado forestal, como también de implementar mejoras en los sistemas de comunicación e infraestructura de la alicaída CONAF, que junto a la ONEMI, solo tienen un nombre raro pero que mucho no ayuda (más que Forestín y los afiches en los bomberos y en los negocios).

Un segundo tema es el que se va viendo a medida que ocurren los hechos. Estoy hablando del oportunismo de los sectores políticos por posicionarse frente a la tragedia como los “paladines de la ayuda y la reconstrucción”. Seamos claros, con 400 mil pesos y una mediagua no reconstruyes ni la cuarta parte de la vida de un pequeño agricultor sin seguro. No niego con esto que sea una ayuda de emergencia, pero no puede ser la ayuda definitiva. El oportunismo tiene un fin claro, la municipal de este año es un trofeo bien difícil de obtener sin una gran campaña; y que mejor que posicionarse frente a ella con la tragedia. En el caso de Quillón esto es más notable aún, viendo como actores políticos (desde la Concertación a la derecha, pasando por actores circunstanciales) que durante un tiempo se escondieron bajos las cúpulas de poder, ahora aparecen como salvadores y reconstructores de las zonas afectadas. Que quede claro, de esta crítica dejo fuera a todos los actores desinteresados y activos que han actuado sin mirar este mar de contradicción, personas que ayudaron en serio.

Quisiera finalizar haciendo un llamado a que el proceso de reconstrucción tome en cuenta estas premisas. La responsabilidad forestal y estatal desde la autocritica y revisión de sus programas y niveles de desarrollo; que se permita un proceso participativo y propositivo más que reactivo, como no dejar pasar las maquinas políticas tras la tragedia.

Queda pendiente analizar el incendio en Carahue, aunque incendio igual que este, tiene más patitas y más hilo fino que cortar (montajes, ley antiterrorista, etnia)

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