Por @el_paria para @PuraBazofia
Muchas han sido las
imágenes del dantesco incendio en la provincia de Ñuble, casas
quemadas, personas muertas, sueños rotos han sido carne de cañón
de los noticieros de la TV abierta para demostrar el impacto del
desastre en la zona. Por otro lado, imágenes de la ayuda tanto
gubernamental como privada, han sido vitales para mantener la
esperanza de cientos de personas que lo perdieron todo.
Muchas han sido las
versiones en torno al origen del incendio, principalmente sobre la
intencionalidad o no de estos. Las conjeturas han sido caldo de
cultivo tanto en los pueblos afectados como en la TV. Éstas son las
partes más visibles de la historia, yo por lo menos, esbozaré de
aquí en más, las razones profundas del desastre, como también el
lado B de toda esta gran “Obra de caridad y de hermoso amor”
demostrado en la última semana en los casos de Ranquil y Quillón.
Quisiera introducir mi
argumento a partir de dos preguntas básicas, por una parte ¿Por qué
se habla tanto de los posibles responsables del incendio, siendo que
estos los tenemos en frente de nuestra nariz? Y lo segundo ¿Por qué
tanta disputa a la hora de repartir la ayuda, como la gran difusión
de ciertos aportes? Para mí, ambas preguntas tienen una respuesta
fácil.
Primero, claramente para
mí los responsables del desastre no son actores singulares, sino más
bien: a) Las forestales y su nula previsión de desastres, o si el
lector lo prefiere, su interés casi criminal por fomentar su
negocio en base a implantar bosques en medio de población rural (con
todas las consecuencias ya vistas) b) Un Estado impotente e ineficaz
que solo llega cuando la “cagada” está hecha. Termina
repartiendo bonos y subsidios que solucionan en un mínimo grado la
perdida de las familias.
La otra pregunta a su
vez, se responde en que claramente, tras la gran ayuda y beneficencia
de parte de ciertos actores (alcaldes y particulares), se esconde la
mirada hacia la municipal 2012 y la oportunidad de obtener alguna
ganancia frente a la tragedia. En palabras simples, el oportunismo
político tan usado en nuestro país.
Profundizando en ambas
premisas, tenemos una industria forestal que en nuestra zona, acapara
una gran mano de obra como inversión económica, posee amplias
plantaciones de árboles exógenos a lo largo de todo el secano
costero de Ñuble y traspasa los intereses tanto económicos como
políticos (si no pregúntele al honorable senador Sabag y su a hijo
el diputado). No se tuvo en esta tragedia el más mínimo grado de
autocritica a la hora de evaluar las posibles causas del desastre. El
adjudicar errores a terceros o a factores meramente circunstanciales
como el clima, solo demuestra la falsedad e hipocresía de este
sector que deja entrever algo aún más grave; la nula previsión
frente a situaciones catastróficas. Esto radica en la no inversión
pública y privada, para equipos y materiales destinados al combate
de incendios de gran volumen. Como por un factor aún más profundo,
se encuentra el grado en que la sustentabilidad económica le gana a
la sustentabilidad social. Esto se refiere a como el interés
económico en plantar árboles a diestra y siniestra, se impone a la
población rural empobrecida que subsiste de la agricultura (el cuico
con casa en el campo no lo toco, puesto que por descarte tiene el
suficiente dinero para reconstruir la quinta de agrado)
Lo anterior nos lleva a
plantear cómo este sector no es capaz de reconocer el impacto que su
actividad está generando tanto en el medio ambiente, como en el área
social. Dependencia económica, degradación de suelos e incendios,
son solo parte del menú que esta industria ha generado a lo largo de
los últimos 30 años en nuestra zona. Aquí llegamos a la otra
arista, no basta solo con enjuiciar al cerdo, sino también al
elemento que la de comer al animal, en este caso, el Estado (palabra
que causa miedo, ignorancia y repugnancia en Chile). Es un Estado que
solo se dedica a subsidiar (pobremente como el actual) y a reaccionar
y no a proponer. Es un parche que soluciona a medias los problemas,
un leviathan chiquitito que ladra solo cuando la pelea acabó. Acá
faltó un Estado con capacidad de implementar políticas de
protección y regulación del mercado forestal, como también de
implementar mejoras en los sistemas de comunicación e
infraestructura de la alicaída CONAF, que junto a la ONEMI, solo
tienen un nombre raro pero que mucho no ayuda (más que Forestín y
los afiches en los bomberos y en los negocios).
Un segundo tema es el que
se va viendo a medida que ocurren los hechos. Estoy hablando del
oportunismo de los sectores políticos por posicionarse frente a la
tragedia como los “paladines de la ayuda y la reconstrucción”.
Seamos claros, con 400 mil pesos y una mediagua no reconstruyes ni la
cuarta parte de la vida de un pequeño agricultor sin seguro. No
niego con esto que sea una ayuda de emergencia, pero no puede ser la
ayuda definitiva. El oportunismo tiene un fin claro, la municipal de
este año es un trofeo bien difícil de obtener sin una gran campaña;
y que mejor que posicionarse frente a ella con la tragedia. En el
caso de Quillón esto es más notable aún, viendo como actores
políticos (desde la Concertación a la derecha, pasando por actores
circunstanciales) que durante un tiempo se escondieron bajos las
cúpulas de poder, ahora aparecen como salvadores y reconstructores
de las zonas afectadas. Que quede claro, de esta crítica dejo fuera
a todos los actores desinteresados y activos que han actuado sin
mirar este mar de contradicción, personas que ayudaron en serio.
Quisiera finalizar
haciendo un llamado a que el proceso de reconstrucción tome en
cuenta estas premisas. La responsabilidad forestal y estatal desde la
autocritica y revisión de sus programas y niveles de desarrollo; que
se permita un proceso participativo y propositivo más que reactivo,
como no dejar pasar las maquinas políticas tras la tragedia.
Queda pendiente analizar
el incendio en Carahue, aunque incendio igual que este, tiene más
patitas y más hilo fino que cortar (montajes, ley antiterrorista,
etnia)
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